jueves, 4 de junio de 2015
Tú, yo y el mar
No era la brisa de aquella noche la que nos hacía temblar junto al mar, sino el roce de nuestros cuerpos ocultos en la oscuridad, que entre besos y caricias, delirios e ilusiones, colmaban de amor nuestros corazones. Cómo imaginar que anhelaría tanto aquella brisa. Aquella que, sigilosa, fue testigo de nuestra complicidad y que hoy, me lleva de vuelta a casa, a mi hogar, en el que tú, por desdicha, ya no estás.
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