Ocurrió hace poco más de tres semanas.
Llegó sin maletas y sin avisar.
¡Qué infortunio su llegada!,
pues la habitación libre,
mi amado huésped dejaba.
Nadie baja ya al patio a conversar.
Ni siquiera las flores por la labor están,
pues marchitas, yacen en paz.
En la noche, llantos desoladores
se escuchan sin cesar.
Y las habitaciones,
sucias y malolientes están.
Maldito fue el día en que marchó,
pues, inesperada, su ausencia se hospedó.
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