lunes, 18 de mayo de 2015

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A él no le importa ya nada. No tiene ilusión. Todo ha perdido el sentido que tanto le movía. Siente su cuerpo como un enorme y pesado trozo de carne que ha de mover sin apenas fuerzas. Un profundo vacío se abre camino desde su estómago hasta la garganta y le impide respirar. La brecha de su pecho derrama sin benevolencia litros de amor, sin detenerse, impasible. Camina por caminar, come porque lo necesita, no mantiene conversación y si habla, lo hace por educación. Sus ojos orbitan en el infinito, en la nada. Su mente se encuentra ajena a todo. No hay alivio ni consuelo, no hay nada que le haga sentir mejor. Solo dolor.

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