Seré un poco más feliz

Ni lo entiendo ni lo acepto. Y cuando lo haga, seré un poco más feliz. Pero, por ahora, no puedo hacerlo. No soporto la caducidad de las personas; ni la de los sentimientos o las ilusiones. No estoy conforme con el precio a pagar; me enrabieta. Y el día que lo haga, el dia que acepte esta maldita condición, seré un poco más feliz. Viviré un poco más en paz.

Se mantenía de vagancia y abandono;
de espejismos en su cabeza,
aparente control y hábitos que desesperan;
del efecto placebo que alimentaba... horas muertas.

A mis ojos

Quizás no era perfecta pero, a mis ojos, era la sonrisa más bonita del mundo. Que junto a su mirada de ojos verde oliva y sus divertidas, pero no exageradas, orejillas de soplillo, formaba un magnífico complot que me hacía perder, por completo, la razón.

*

Pensar en él se fue convirtiendo en una costumbre innecesaria. Una costumbre que le hacía más mal que bien. Pero era su costumbre. Y era lo único que le quedaba.

Fantasmas en mi cerebro

Tú,
mi miembro fantasma.
Siempre ahí.

Pero nunca estás.

Nuestro mayor temor

Aquella tarde, se palpaba en el aire, y en las miradas, nuestro mayor temor. Inhalé con ansia el olor de su piel. Quería retenerlo en mi memoria. Unas horas después, su piel ya no era mía.

El hilo rojo del destino

Cuenta una antigüa leyenda oriental que existe un hilo rojo. Un hilo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, el lugar o las circunstancias. El hilo se puede estirar, contraer o enredar pero nunca se puede romper.